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Pecados capitales de Nicanor.

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Cinco años de gobierno; siete pecados capitales. Se quiere ir antes del periodo constitucional establecido para el cargo para el que fue electo en el 2003. Con mucho poder político al inicio de su mandato, ahora casi sin ninguna fuerza, pelea por lograr los votos necesarios para que acepten su renuncia y, más que eso, que lo dejen jurar como senador.


Analicemos los siete males del jefe de Estado saliente para entender cómo un Gobierno que hizo medianamente bien su gestión, sobre todo en el aspecto económico, se retira con una imagen negativa; y con una figura ampliamente rechazada.


1. LA OBSESIÓN DEL PODER. Su "Che la Estado..." (lo dijo así, en guaraní prevaleciendo el "Yo " antes que el Estado; y no "El Estado soy yo" de Luis XIV) resume lo que fue Duarte Frutos durante su mandato en lo que respecta al poder. Su obsesión por manejarlo todo él como un supremo fue uno de sus peores pecados; lo cegó y lo empujó a cometer acciones que echaron por tierra lo relativamente buena que fue su administración. Aunque aseguró que deseaba reformar al país, "refundar" la República, en base a la institucionalización de los entes del Estado, no hizo más que retroceder y ajustar el manejo estatal al estilo personalista, que ya iba quedando en el olvido. Gobernó con autoritarismo hasta que se lo frenó. Quiso la reelección presidencial, no lo logró y fue su gran frustración, porque se lo impidieron. Sí antes forzó su continuidad como titular en la ANR para asegurar su supuesto liderazgo. Y para no quedar sin nada, se postuló al Senado, desde donde intentará reinar sin trono alguno.


2. EL EGOÍSMO. Duarte Frutos nunca tuvo un equipo político y de trabajo bien formado. Le jugó una mala pasada su rápido ascenso político. Los constantes cambios y movidas en su gabinete fueron muestra de que no tenía gente de confianza para puestos claves. A buena parte de sus amigos que se perfilaban como interesantes -que le podían hacer sombra - los apartó para no tener competencia en su entorno. Aunque hubo algunas excepciones.

Nicanor se quedó con los "leales", con los zalameros, con aquellos para quienes decir "sí señor" era una constante, y reclutó a nuevos dirigentes, a quienes podía manejar a su antojo. Nunca quiso armar un buen equipo. Para que no le fuera tan mal, prefirió buscar fuera de la agrupación gente que "cuide la plata". Aparecieron así en escena Borda, Bergen, Margarita y otros. De esa manera intentó dar freno a la herencia corrupta que habían dejado las administraciones anteriores. Pero, para el resto, su egoísmo lo había marcado.


3. LA DIVISIÓN. Pensó que podía manejarlo todo, y que si dividía iba a reinar solo. El Partido Colorado no fue un sustento real para su gobierno, aún manejado por él. Mostró incapacidad para aglutinar las fuerzas sobre su figura, como pretendió. Su estrategia de "divide y reinarás" le sirvió solo para alcanzar algunos objetivos, pero no para afirmar definitivamente su poder. La fractura no solo se sintió dentro del partido, sino en el Congreso, donde por derivaciones de las internas perdió el control de la bancada colorada, que se dividió en "oficialistas" y "disidentes".

Además, la estructura de la agrupación se descuartizó por completo.

Las altas autoridades se alejaron del pulmón partidario (las seccionales, los seccionaleros) y así, el aparato de la ANR quedó limitado en pronunciamientos estériles de la cúpula, que no reflejaban el sentir de los que estaban abajo. Si bien la ANR no ocasionó graves problemas al Gobierno como ocurrió en anteriores administraciones, tampoco fue sustento real para el mandato de Duarte Frutos. Eso se vio reflejado en las elecciones internas y luego de ellas. Aún teniendo todo el aparato a su favor -el estatal y el partidario- la dupla presidencial oficialista alcanzó una dudosa victoria y no consiguió nunca el respaldo de los llamados disidentes; léase colorados enojados con el jefe de Estado. Se convirtió así en el "Mariscal de la derrota" y deja como herencia política haber sido el presidente colorado con el que la ANR se fue a la llanura luego de 61 años de poder absoluto.


4. LA SOBERBIA. Algo que transpiró Duarte Frutos durante su mandato fue la soberbia. Según estudiosos, la soberbia -que integra los siete pecados capitales expuestos para la vida cristiana- tal vez no sea el mayor de los pecados, sino "la raíz misma del pecado". La forma de vencerla es la humildad, porque -señalan- los humildes se apoyan en todos, pero los soberbios están completamente solos. Las características de este pecado se ajustan a la forma en la que el jefe de Estado se movió durante su mandato. Fue soberbio con su gente, con sus ministros, con sus correligionarios, con la prensa y hasta con los paraguayos para quienes debía gobernar. Y como muestra un solo ejemplo: Su explicación sobre la migración, basada simplemente en la afirmación de que "la migración es un fenómeno mundial" sin admitir siquiera que su gobierno fue incapaz de generar fuentes laborales para frenar la salida del país de miles de compatriotas.

Él no cometía errores; los cometían otros. Nunca reconoció sus desaciertos, y cuando lo hizo, en contadas ocasiones, fue tarde o simplemente presionado por escándalos mediáticos.


5. LA BIPOLARIDAD. Nicanor fue dos personas en una. Un día podía ser estadista, un buen político; al otro, un populista autoritario, desbocado charlatán. Un día podía decir que deseaba la reelección de Bush porque lo consideraba un buen presidente (lo dijo), pero al poco tiempo criticaba al "imperio" y sostenía que Chávez era el mejor. Un día podía llamar a la unidad de todos los sectores políticos, pero al día siguiente lanzar duras críticas hacia la oposición, destruyendo lo que quería construir. Podía, sin rubor alguno siendo él un ex periodista, señalar que la prensa era un bien para el país, pero en otro discurso afirmar que era el peor lastre que podía existir. Podía usar palabras bíblicas y de amor, pero luego groserías y hasta de resentimiento.

Podía resaltar la figura de la mujer y luego ofrecer a una de sus ministras para que la "apatuquen".

No tuvo problemas en lanzar las peores calificaciones hacia sus adversarios políticos, pero inmediatamente tratarlos de "amigos" y de "grandes líderes". Podía ser capaz de acusar de "secuestrador y cómplice de asesinos" a quien lo sucederá en el cargo, pero luego invitarlo a almorzar y posar para la foto brindando con agua y sonriendo con él.


6. EL ROBO LEGAL. Nicanor fue de alguna manera hábil para el manejo económico. No puso al ratón para cuidar el queso mayor (Hacienda, encargada de las recaudaciones).

Aún así se buscó la manera de enriquecer a quienes reinaban junto al mal llamado Tendota. Se estableció el "robo legal", práctica basada en la justificación "ajustada a la ley" de casi todas maniobras financieras para usar, abusar y desviar el dinero público, sobre todo de las entidades con mucho poder económico, como Itaipú y Yacyretá, para la campaña colorada o para el enriquecimiento de los amigos del supremo. Nicanor nunca le puso freno a este estilo de robo; lo impulsó.


7. LA OSTENTACIÓN. Muchos, e incluso él, se han enriquecido a costa del Estado. No es necesaria mucha investigación fiscal ni periodística para demostrar que hubo un descarado robo al erario público.

Es solo ver la manera en que vivían antes personajes del círculo del poder y comparar la lujosa manera en la que lo hacen hoy.

Herminio Cáceres, en su manera peculiar de cometer "sincericidios", se equivocó al decir en el año 2003 que este iba a ser un Gobierno en el que se iba a robar "moderadamente". El robo fue escandaloso y los ladrones ostentan lo que han robado.

Nicanor se quiere ir antes de cumplir sus cinco años de gobierno. Está desesperado por dejar el Palacio de López. Y pensar que intentó seguir e hizo todo lo posible en cumplir su sueño; un sueño que tal vez fue el inicio de su caída.

En su soledad, analizará sobre sus "siete pecados capitales" y se preguntará si realmente llegó "para cambiar la historia" -como lo dijo cuando asumió el 15 de agosto de 2003- o simplemente para quedarse "en la historia" negra como un presidente más.

Fuente : Ultima Hora. EMAIL: rferreira@uhora.com.py

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