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La marihuana paraguaya moviliza 3.600 millones de dólares por año

Según el World Drug Report 2008 de la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito, el Paraguay produce unas 5.900 toneladas de marihuana por año. El valor de ese volumen en los mercados de consumo en la región es de alrededor de 3.600 millones de dólares, una cifra superior a todas las exportaciones formales del país.



Canchadas de marihuana picada en un acoplado halladas este año en un descampado del distrito de General Resquín, San Pedro.
Eso es solamente tomando la cifra oficial, que podría estar subestimada, ya que, como veíamos ayer, hay indicios de que los cultivos de cannabis en el país están más extendidos de lo que se supone. Como sea, el hecho es que el dinero que mueve este negocio ilegal en el Paraguay es impresionante.


Aproximadamente el 70 por ciento de la marihuana paraguaya se va al Brasil, el 20 por ciento a la Argentina y el 10 por ciento a Chile. También se vende en el Uruguay, pero generalmente a través de la Argentina.

El precio medio en el Brasil es de 500 dólares el kilo, en la Argentina es de 800 dólares el kilo y en Chile de 1.000 dólares el kilo. Una parte marginal queda también en el mercado interno, con un precio de unos 150.000 guaraníes el kilo en las zonas de cultivo y de unos 150 dólares el kilo en Asunción.

Considerando estas variables, el valor de mercado de 5.900 toneladas de marihuana paraguaya puestas al consumidor final es de 3.599 millones de dólares.

Para tener una idea de la magnitud de esta cifra, entre mayo de 2007 y abril de 2008, todas las exportaciones registradas del Paraguay sumaron un valor de 3.357 millones de dólares, de los cuales 1.056 millones correspondieron a soja en grano, 439 millones a carne bovina congelada y fresca, 296 millones a maíz, por mencionar algunos de los rubros importantes.

UNA CADENA

El negocio se realiza en una cadena bastante sofisticada, que va desde el agricultor en el monte paraguayo, que generalmente es un jornalero rentado antes que un propietario de su cultivo, hasta el vendedor al menudeo en los mercados de destino, pasando por el “acopiador”, el “operador”, el “financista” y el distribuidor mayorista.

El acopiador suele ser un residente de alguna compañía cercana a la zona de cultivo, tal vez, ¿por qué no?, un líder campesino, que hace de nexo entre el agricultor y el operador, quien ya vive en algún centro urbano, puede ser un comerciante, un político, o ambas cosas, generalmente propietario de un camión.

El acopiador conoce a la gente de la zona y es quien hace el trato con los que siembran, cuidan y cosechan. Hay dos tipos de acuerdo. A unos se les “financian” la semilla, los insumos (usan agroquímicos y cada vez más, para hacer más eficiente la producción), se les adelanta un dinero y se les fían provistas, con tal de que en tal fecha tengan la mercadería preparada en un lugar convenido. La mayoría, sin embargo, trabaja por jornal, que por lo general es de 10.000 a 15.000 guaraníes por día.



El fiscal Justiniano Cardozo frente a una prensa de marihuana en una reciente confiscación en Capitán Bado.
Dependiendo la variedad y la zona, entre cuatro y nueve meses están listos para ser cosechados los capullos, que son los que tienen mayor contenido de THC (tetrahidrocanabinol, la sustancia narcótica activa). En algunos sitios se junta también la resina o hachís, que les queda pegada en las manos a los tareferos y se la sacan con cuchillo.

Lo típico es que los agricultores “piquen” los capullos de las plantas hembra, que suelen también mezclar con hojas para hacer volumen, aunque eso reduce la calidad, y luego trasladen sus “canchadas”, parecidas a las de la yerba mate, a pie o en carreta hasta otro lugar donde se hace el “prensado”. El “prensador” es contratado para la ocasión para ejercer su oficio, hace su trabajo y se retira.

PRENSADA, 10 DÓLARES

Un kilo de marihuana prensada en finca se paga aproximadamente 10 dólares. El acopiador y el operador se ponen de acuerdo en lugar y fecha para retirar la carga y allí se traslada a otro centro de acopio, o bien ya hacia la frontera. El transportista, que puede ser el mismo operador, cobra 50.000 guaraníes por kilo. El operador, alrededor de 150.000, unos 30 dólares.

El “dueño” de la carga frecuentemente es también el financista, que adelanta el dinero para la producción y espera recibir una cantidad equis para tal época, para cumplir con sus clientes del otro lado de la frontera. Estos financistas suelen vivir en las zonas fronterizas, tienen mucho poder económico, comportamiento mafioso y a veces son bien conocidos como narcotraficantes.

La “ley de hierro” en toda la cadena es el silencio. Nadie puede hablar, mucho menos delatar. Nos dicen nuestras fuentes que los casos de crímenes misteriosos que de tanto en tanto aparecen están casi siempre vinculados con este asunto.

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